Germán Retana
Miembro de la Facultad del INCAE Business SchoolLa vida es una conquista diaria. En sus diferentes facetas, personas, equipos y empresas tenemos dos posibilidades: evolucionar o involucionar. Estancarse es retroceder en tanto la competencia avanza. Y bien, ¿qué permite ir hacia delante y aspirar a obtener resultados crecientes? Los siguientes pilares no son absolutos, pero podrían dibujar la dirección actual y sus posibles efectos.
Humildad y sensatez. Crecen quienes renuncian a la idea de poseer el monopolio de la verdad, los que, aun siendo los mejores, reconocen que otros se preparan para superarlos. Los que no cruzan la delgada línea entre el sano orgullo y la arrogancia: “Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría”, señalaba Salomón. Avanzan quienes se percatan de que presumir no es una opción para alcanzar propósitos superiores.
Reto y riesgo. Se transforman las organizaciones cuyos líderes toman decisiones audaces, por difíciles que puedan ser. Las que se vacunan contra el conformismo por éxitos pasados y renuncian a estrategias que, habiendo sido efectivas, ahora solo los hacen predecibles ante sus competidores. Bien lo resume Miguel Ángel Cornejo: “El desafío forma al triunfador y no cabe desafío sin riesgo al fracaso, pues el éxito y el fracaso son un tejido de la misma textura”.
Aprender y desaprender. Hay una diferencia entre brincar y saltar. Un equipo puede caer en lo primero, pues los esfuerzos sin meta lo confinan al mismo punto una y otra vez. En cambio, saltar implica pasar de un punto a otro. Sin importar qué tan corta sea la distancia, ir hacia adelante requiere saltar, no brincar. Es dejar atrás algunos conceptos, conductas y creencias; atreverse a capturar oportunidades y a crear nuevas maneras de hacer las cosas para reconducir el camino.
Fuente:
El Peruano
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